El uso del sauna ha sido una práctica milenaria, conocida por sus efectos revitalizantes y su capacidad para proporcionar bienestar físico y mental. Este espacio de calor, presente en muchas culturas, ha evolucionado hasta convertirse en una herramienta clave en centros de bienestar, gimnasios y hogares. Pero, ¿realmente es tan beneficioso como se dice? Aquí exploraremos tanto los beneficios como las posibles contraindicaciones del sauna, basándonos en estudios científicos y datos concretos.
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ToggleEl sauna es, esencialmente, una cámara cerrada donde se exponen a las personas a temperaturas altas, que pueden oscilar entre los 70 y 100 grados Celsius. Existen varios tipos de sauna, pero los dos más populares son el sauna seco y el sauna húmedo, conocido también como baño de vapor. En el sauna seco, la humedad del aire es muy baja, mientras que el baño de vapor mantiene un ambiente mucho más húmedo, con beneficios diferentes dependiendo de las necesidades del usuario. Ambos tipos favorecen la sudoración, lo que juega un papel importante en la desintoxicación del cuerpo y la relajación.
Uno de los beneficios más citados del sauna es su capacidad para reducir el estrés. Cuando el cuerpo se expone al calor, los músculos se relajan, lo que genera una sensación inmediata de bienestar. La producción de endorfinas aumenta, lo que puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y reducir los niveles de ansiedad. Esta práctica se ha asociado con una mejor calidad del sueño, especialmente para quienes sufren de insomnio, ya que el cuerpo, tras pasar por la fase de calor, entra en un proceso de enfriamiento que induce un estado de relajación profunda.
El sauna también ha sido comparado con otras técnicas de relajación como la meditación. Al igual que en una sesión de meditación, el tiempo en un sauna brinda un espacio de desconexión mental que permite centrarse en el presente. Para muchas personas, es una forma de recargar energía y reducir la tensión acumulada.
Uno de los efectos más notables del sauna es la mejora de la circulación sanguínea. El calor dilata los vasos sanguíneos, lo que facilita el flujo de sangre y mejora la oxigenación de los tejidos. Según estudios científicos, esta vasodilatación puede ser beneficiosa para quienes tienen problemas circulatorios leves. Sin embargo, es importante considerar que este aumento en la circulación también eleva la frecuencia cardíaca, por lo que quienes sufren de afecciones cardíacas deberían consultar con un médico antes de utilizar el sauna de forma regular.
El proceso de sudoración que se produce en el sauna ayuda a la eliminación de toxinas. A través del sudor, el cuerpo expulsa compuestos indeseados como metales pesados y residuos metabólicos. La piel, al ser el órgano más grande del cuerpo, también se beneficia de este proceso, ya que el calor abre los poros y permite una limpieza profunda, favoreciendo una piel más clara y radiante. De hecho, muchos dermatólogos recomiendan el uso del sauna como parte de una rutina de cuidado de la piel para quienes sufren de poros obstruidos o piel grasa.
Después de un entrenamiento físico intenso, el sauna puede convertirse en un gran aliado para la recuperación muscular. El calor promueve la relajación de los músculos tensos y reduce la rigidez, lo que lo convierte en una opción popular entre deportistas. Además, estudios han demostrado que el sauna puede acelerar la eliminación de ácido láctico, responsable de las molestias musculares post-ejercicio. Aquellos que buscan un método natural para calmar el dolor muscular y favorecer la flexibilidad encuentran en el sauna una herramienta efectiva.
Aunque el sauna ofrece múltiples beneficios, no es adecuado para todos. Personas con problemas cardíacos deben tener precaución. Debido al aumento de la frecuencia cardíaca y la vasodilatación que provoca el calor, aquellos con insuficiencia cardíaca o enfermedades coronarias podrían enfrentar riesgos al exponerse a temperaturas tan elevadas. En muchos casos, los médicos recomiendan evitar el sauna para prevenir complicaciones como arritmias o sobrecarga cardiovascular.
Además de las afecciones cardíacas, las personas con presión arterial alta deben tomar precauciones. El calor puede hacer que la presión baje temporalmente, pero esto puede ser contraproducente para quienes ya están bajo tratamiento médico. Si bien hay estudios que sugieren que el sauna puede tener efectos beneficiosos en personas con hipertensión leve, es esencial que cualquier persona con problemas de presión arterial consulte a su médico antes de utilizar el sauna regularmente.
Otro de los riesgos asociados con el uso del sauna es la deshidratación. Al sudar profusamente, el cuerpo pierde una gran cantidad de líquidos y electrolitos. Si no se reponen adecuadamente, esto puede llevar a desequilibrios electrolíticos y, en casos extremos, a golpes de calor. Es esencial hidratarse bien antes y después de una sesión de sauna, así como limitar el tiempo de exposición para evitar estos efectos adversos.
Para aquellos que no tienen acceso a un sauna o prefieren métodos menos intensos, existen otras formas efectivas de relajación. La meditación, el yoga, y la respiración profunda ofrecen alternativas accesibles que, al igual que el sauna, pueden ayudar a reducir el estrés y mejorar el bienestar general. Estas prácticas no requieren equipo especializado y pueden realizarse en cualquier lugar, lo que las convierte en opciones ideales para quienes buscan relajación sin complicaciones.
Tanto el sauna como la meditación comparten un objetivo común: promover el bienestar físico y mental. La combinación de ambas prácticas puede ofrecer beneficios adicionales. El calor del sauna prepara el cuerpo para un estado de relajación profunda, lo que puede mejorar la concentración durante la meditación. Además, muchas personas encuentran que meditar después de una sesión de sauna les permite alcanzar un nivel más profundo de calma mental, potenciando los efectos de ambas prácticas.
El sauna puede ofrecer numerosos beneficios para la salud, desde la mejora de la circulación hasta la desintoxicación y la recuperación muscular. Sin embargo, es importante tener en cuenta las contraindicaciones, especialmente para quienes tienen problemas cardíacos o de presión arterial. Como con cualquier práctica de bienestar, es clave escuchar al cuerpo y tomar precauciones. Si no tienes acceso a un sauna, opciones como la meditación también ofrecen herramientas valiosas para la relajación y el cuidado personal. En última instancia, el sauna es una opción que puede complementar una vida saludable, siempre y cuando se utilice de manera adecuada y responsable.
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